29.4.06

Animal ingrato

Maúlla, entra, come....

lo sigo con la mirada. Su vida es todo lo que desearía en los instantes de paz de la mía, pero es evidente que tiene su propia comunidad secreta, quien podría vivir sin los ritos de la vida oculta, ni siquiera un cura, ni siquiera un gato.

La luz de la noche baja y amanece, los menesteres felinos mutilados por el cansancio quedan relegados al calor del concreto a las 4 a.m.

Y luego la vida cotidiana, la inconsistencia humana, la incoherencia propia.

Que tan arriba hay que estar para perder una pelea y saber que es un aporte.
Que tan arriba hay que estar para llorar por pena y no por un sustituto de la misma.
Que tan arriba hay que estar para no odiar al gato que te acaricia por comida.
Que tan arriba para ser consecuente.
O para "ser", sin expectativas.

Yo estoy abajo y puedo dormir con eso.

Y se que hay gatos grises, que piensan que es terrible.


En honor a los fantasmas que me ayudan a tomármelo con calma para no ser uno de ellos...


 
 
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